
El principito: una historia sobre el amor, la amistad y la vida
¿Qué hace que un libro sea especial? ¿Qué lo convierte en un clásico que trasciende el tiempo y el espacio? ¿Qué lo hace capaz de tocar el corazón de niños y adultos, de diferentes culturas y lenguas? Estas son algunas de las preguntas que podríamos hacernos al hablar de El Principito, la obra más famosa del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry.
La editorial francesa Gallimard no pudo imprimir la obra hasta 1945, después de la liberación de Francia de la ocupación nazi. El libro se ha convertido en el más leído y traducido del idioma francés, con más de 250 versiones en diferentes lenguas, incluyendo el braille y los símbolos fonéticos. Además, se estima que ha vendido más de 140 millones de ejemplares en todo el mundo, siendo uno de los libros más vendidos de la historia.
Pero, ¿cuál es el origen de esta obra tan singular? ¿Qué inspiró a Saint-Exupéry a escribir e ilustrar esta historia que mezcla fantasía y realidad, inocencia y sabiduría, humor y melancolía? ¿Qué simbolismos se esconden tras sus personajes y sus escenarios? Aquí trataremos de descubrirlo.
El origen de El Principito
Antoine de Saint-Exupéry nació en Lyon, Francia, en 1900. Desde niño mostró una gran pasión por la aviación y la literatura. A los 21 años obtuvo su licencia de piloto y se dedicó a realizar vuelos comerciales y postales por diferentes países. También participó como piloto militar en la Segunda Guerra Mundial, defendiendo a Francia de la invasión alemana. Su experiencia como aviador le sirvió de inspiración para escribir varias obras literarias, entre las que destacan Vuelo nocturno, Tierra de hombres y Piloto de guerra.
Sin embargo, su obra más conocida y aclamada fue El Principito, que escribió e ilustró durante su exilio en los Estados Unidos, entre 1941 y 1943. Saint-Exupéry había llegado a Nueva York con la misión personal de persuadir al gobierno estadounidense para que entrara en guerra contra la Alemania nazi. En medio de una crisis personal y con la salud cada vez más deteriorada, produjo en su exilio casi la mitad de los escritos por los que sería recordado.
En 1943, se reincorporó a la fuerza aérea francesa y realizó varias misiones de reconocimiento sobre el territorio ocupado.
El 31 de julio de 1944, su avión desapareció en el mar Mediterráneo y no se supo más de él. Su cuerpo nunca fue encontrado, pero en 1998 se hallaron los restos de su avión cerca de Marsella.
Saint-Exupéry es considerado uno de los escritores más importantes del siglo XX y uno de los pioneros de la literatura aeronáutica. Su obra combina la aventura, la poesía y la reflexión sobre la condición humana. Su estilo es sencillo y directo, pero al mismo tiempo profundo y sugerente.
El Principito es un relato autobiográfico que se basa en las vivencias del autor como piloto. De hecho, el narrador de la historia es un aviador que se encuentra varado en el desierto del Sahara tras sufrir un accidente con su avión. Allí conoce al protagonista del libro, un niño rubio que dice venir de un pequeño planeta llamado Asteroide B-612. El niño le cuenta al aviador sus aventuras por diferentes planetas, donde ha conocido a personajes extraños y absurdos que representan los defectos y las debilidades de los adultos. También le habla de su amada rosa, una flor única y caprichosa que lo hace sentir feliz y triste al mismo tiempo.
Se cree que el personaje del Principito está inspirado en el propio Saint-Exupéry cuando era niño, así como en algunos niños que conoció durante su vida. Uno de ellos fue Thomas De Koninck, hijo del filósofo canadiense Charles De Koninck, a quien Saint-Exupéry conoció en Quebec en 1942. El escritor le regaló al niño un dibujo original del Principito con una dedicatoria: "Para Thomas, al que le he dibujado este pequeño príncipe". Otro posible modelo fue Léon Werth, amigo íntimo del autor y destinatario de la dedicatoria del libro: "A Léon Werth, cuando era niño". Werth era un escritor y crítico francés que compartía con Saint-Exupéry su visión crítica de la sociedad moderna y su nostalgia por la infancia.
Otra fuente de inspiración para El Principito fue el accidente que sufrió Saint-Exupéry en el desierto de Libia en 1935, junto con su copiloto André Prévot. Los dos pilotos se estrellaron con su avión mientras participaban en una carrera aérea entre París y Saigón. Estuvieron cuatro días perdidos en el desierto, sin agua ni comida, al borde de la muerte. Finalmente fueron rescatados por un beduino que les dio agua y los llevó a un oasis. Esta experiencia traumática marcó profundamente al escritor, que la relató en su libro Tierra de hombres y la recreó en El Principito.
También se ha sugerido que el origen de El Principito tiene que ver con el matrimonio del autor con Consuelo Suncín, una escritora y artista salvadoreña que conoció en París en 1931. La relación entre los dos fue tormentosa y llena de altibajos, debido a las infidelidades, los celos y las separaciones. Sin embargo, también fue una relación apasionada y profunda, que influyó en la obra de Saint-Exupéry. Se cree que el personaje de la rosa está basado en Consuelo, a quien el escritor llamaba cariñosamente "mi rosa". La rosa es una flor delicada y orgullosa, que necesita los cuidados y la atención del Principito, pero también le hace sufrir con sus reproches y sus caprichos. El Principito la ama con todo su corazón, pero también siente la necesidad de explorar otros mundos. Al final, se da cuenta de que su rosa es única e irreemplazable, y decide regresar a su planeta para protegerla.
El simbolismo de El Principito
El Principito es una obra que se puede leer en varios niveles. Por un lado, es una historia sencilla y encantadora, llena de humor y fantasía, que puede divertir y emocionar a los niños. Por otro lado, es una historia profunda y reflexiva, cargada de metáforas y mensajes, que puede interpelar y cuestionar a los adultos. Es una crítica a la sociedad moderna, a sus valores materialistas y superficiales, a su falta de sentido y de humanidad. Al mismo tiempo, es una invitación a recuperar la mirada inocente y curiosa de la infancia, a valorar las cosas simples y esenciales de la vida, como la amistad, el amor y la naturaleza.
Cada personaje y cada escenario de El Principito tiene un simbolismo propio, que revela una enseñanza o una moraleja. A continuación se muestran algunos de los más importantes:
- El aviador: representa al autor y al adulto que ha perdido el contacto con su niño interior. Está atrapado en un mundo pragmático y racional, donde solo importan los números y las cifras. Pero, al conocer al Principito, redescubre su capacidad de imaginar y de soñar: aprende a ver más allá de las apariencias y a escuchar su corazón.
- El Principito: representa al niño que todos llevamos dentro. Es inocente, curioso, sincero y generoso. Tiene una visión poética y profunda de la realidad. No se conforma con las respuestas convencionales, buscando siempre el sentido de las cosas. Es capaz de amar sin condiciones y de sacrificarse por lo que ama.
- La rosa: representa el amor verdadero, pero también el amor difícil. Es bella, pero también vanidosa. Es frágil, pero también orgullosa. Es exigente, pero también leal. Es el tesoro más preciado del Principito, pero también su mayor dolor.
- El zorro: representa la amistad sincera y desinteresada. Es un animal salvaje que se deja domesticar por el Principito. Le enseña el valor de crear lazos afectivos con los demás y le revela el secreto más importante del libro:
Solo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos.
- Los planetas: representan los diferentes tipos de adultos que hay en el mundo. Cada planeta tiene un habitante que simboliza un defecto o una debilidad de la sociedad moderna. El Principito visita seis planetas antes de llegar a la Tierra, y en cada uno de ellos se encuentra con una situación absurda y ridícula.
Estos son los planetas y sus habitantes:
- El rey: representa el poder y la autoridad. Es un monarca que se cree dueño de todo el universo, pero que en realidad está solo y aburrido en su pequeño planeta. Ordena cosas sin sentido y se contradice a sí mismo. Cree que todo el mundo le obedece, pero nadie le escucha.
- El vanidoso: representa el orgullo y la vanidad. Es un hombre que solo vive para recibir elogios y admiración, pero que no tiene ningún mérito ni talento. Se cree el mejor y el más guapo de todos, pero nadie lo conoce ni le importa.
- El bebedor: representa el vicio y la adicción. Es un hombre que bebe para olvidar que tiene vergüenza de beber. Está atrapado en un círculo vicioso del que no puede salir. No tiene ningún interés ni alegría en la vida.
- El hombre de negocios: representa el materialismo y la codicia. Es un hombre que cuenta y acumula estrellas, creyendo que son suyas. Está obsesionado con el dinero y la riqueza, pero no sabe para qué los quiere ni qué hacer con ellos. No tiene tiempo ni espacio para nada más.
- El farolero: representa el deber y la responsabilidad. Es un hombre que enciende y apaga un farol en un planeta donde el día dura un minuto. Cumple su trabajo con rigor y disciplina, pero sin sentido ni utilidad. No tiene vida propia ni libertad de elección.
- El geógrafo: representa el conocimiento y la ciencia. Es un hombre que estudia y registra los datos de los planetas, pero que nunca los ha visto ni explorado. Se basa en los testimonios de los exploradores, pero no tiene ninguno a su disposición. No tiene curiosidad ni pasión por lo que hace
El mensaje de El Principito
El Principito es una obra que transmite un mensaje universal y atemporal sobre el sentido de la vida, el valor de la amistad y el amor, y la importancia de conservar la inocencia y la imaginación. A través de las aventuras del principito y del piloto, el autor nos invita a reflexionar sobre las contradicciones y las paradojas del mundo adulto, que se rige por el poder, el dinero, el orgullo y la razón.
El libro nos muestra que lo esencial es invisible a los ojos, que solo se ve bien con el corazón. Nos enseña que hay que saber apreciar las cosas simples y maravillosas que nos rodean, como el sol, las estrellas, las flores o los animales. Nos recuerda que hay que cuidar de lo que amamos y que hay que ser responsables de nuestras acciones y decisiones.
El libro también nos anima a buscar nuestra propia estrella, nuestro propio sueño, nuestra propia vocación. Nos alienta a ser curiosos, creativos y valientes. Nos propone un ideal de humanidad basado en la solidaridad, la tolerancia y el respeto. Y nos ofrece una lección de esperanza y optimismo ante las dificultades y los desafíos.
Esta obra maestra de la literatura universal ha cautivado a generaciones de lectores con su historia y sus mensajes.
Espero que este artículo te haya gustado y te haya ayudado a comprender e interpretar mejor la historia de El Principito. ¿Qué te ha parecido este artículo sobre El Principito? ¿Qué es lo que más te ha gustado o sorprendido de la obra? ¿Qué mensaje te ha transmitido? ¿Te animas a leerla o releerla?
Referencias
- Saint-Exupéry, A. (1943). El Principito (traducción al español por Bonifacio del Carril). Nueva York: Reynal & Hitchcock.
- Gómez Redondo, F. (2007). La novela corta "El Principito" de Antoine de Saint-Exupéry: análisis narratológico y semiótico. Anales de Literatura Hispanoamericana, 36, 113-140.
- D'Angelo, E. (2016). El Principito: una lectura filosófica. Revista de Filosofía, 72, 9-28.